La comunicación siempre ha corrido por mis venas. En clase, de pequeña, me sentaban al lado del profesor porque hablaba tanto que distraía a todos los niños. De adolescente, era la amiga a la que siempre pedían consejo. Y cuando llegó el momento de ir a la Universidad, me matriculé en Periodismo. Siempre recordaré mi primera clase, cuando un profesor nos dijo que casi ninguno de los que estábamos allí trabajaríamos jamás en ningún medio. Se equivocó. En 2º de carrera ya ejercía como periodista y lo seguí haciendo durante 22 años en TVs y radios de todo el país. Reportera, presentadora, jefa de redacción, locutora con programa propio y, finalmente, codirectora de una emisora de radio.

La cara oculta del éxito

El periodismo me lo dio casi todo pero también me quitó lo más importante: la salud y la ilusión. Estuve muchos años durmiendo apenas 5 horas, con 2 móviles siempre conectados y con la presión constante por las audiencias, compitiendo con todos, asumiendo situaciones de riesgo, trabajando navidades y festivos, relegando a mi familia y renunciando a mi propio bienestar… Y a cada año que pasaba, más éxito pero también más estrés, más soledad, más sin sentido… Mi familia me advertía; mi voz interior también. Lo dejé 2 veces para reinventarme con éxito; primero como profesora, luego como terapeuta. Pero regresé. La comunicación era mi mundo, por lo que tanto había luchado, no iba a tirarlo todo por la borda… 

El Mindfulness me encuentra

Por aquél entonces yo ya estaba estudiando mi segunda carrera, Psicología, y en un curso de verano descubrí por casualidad el Mindfulness. Nunca había oído hablar de él pero en una sola sesión me cambió la vida… No puedo explicarlo racionalmente pero yo, una mujer 100% cerebral, ejecutiva, adicta a la acción y con alergia a la calma, supe que aquello era lo que quería hacer a partir de entonces. 

Los siguientes meses devoré libros de mindfulness, me formé con los mejores, hasta que en 2014, casi por azar, conocí al maestro zen Thich Nhat Hanh. Ese hombre giró mi mundo del revés. Resultó que llegó a mi vida en el momento oportuno: acababa de ser madre, una terrible enfermedad afectaba a un familiar directo y en el trabajo las cosas empezaban a ponerse muy feas. Fue la época más dura de mi vida personal y laboral. Me pasé los 10 días de formación intensiva en lucha interna y externa, en una noria emocional continua, cuestionándolo todo. Mi mente se resistía, preguntaba sin cesar, sólo veía objeciones. Pero poco a poco, con las primeras meditaciones, los largos silencios introspectivos, las enseñanzas profundas….mi corazón encontró paz… esperanza… y me enseñaron que era posible vivir de otro modo. 

La revolución interior

Escogí aprender y cambiar. No fue fácil, pero sí apasionante. Tuve que romper las cadenas que me apresaban, dar saltos impensables y, sobre todo, abrir mucho la mente y el corazón. Reaprender, validar, integrar… Entrené con tesón, cada día, siguiendo todas las indicaciones de mis maestros hasta transformar completamente mi forma de ver y vivir la vida. Me formé y titulé en Mindfulness oriental, luego en los programas occidentales. Asistí a congresos y a retiros. Me especialicé en educación, puesto que mis 4 años como profesora me habían mostrado cuan necesario era llevar la calma y la atención a las aulas. Luego seguí con Minfulness y compasión y Gestión de emociones difíciles, para introducir la atención plena en los hospitales, donde tantas horas me había pasado con mis familiares enfermos viendo a sanitarios desbordados y exhaustos. Y, finalmente, llegó el Mindfulness para la empresa porque no quería que nadie tuviese que volver a trabajar jamás en las condiciones en que yo lo había hecho.

Aprendí a parar, a respirar, a meditar, a no juzgar… Cambié las prisas por pausas, el estrés por calma y foco mental, la irascibilidad y el miedo por la empatía y la compasión… Empecé a aplicar la comunicación consciente en todas mis relaciones y vi cómo las discusiones y las tensiones iban desapareciendo. Descubrí el goce por las pequeñas cosas, dejé de competir, entendí la diferencia entre resignarse y aceptar, empecé a soltar lo que me hacía sufrir, desarrollé mi consciencia. Y entonces, perdí mi trabajo.

Lo recuerdo como uno de los días más extraños de mi vida. En 15 minutos mi mundo material se vino abajo. Tenía 2 hipotecas, una niña pequeña, más de 40 años y estábamos en plena crisis económica. Salí de esa empresa donde me había dejado la vida y la salud de mis últimos 9 años con una sola caja en las manos. Pero, por primera vez en mucho tiempo, sonreí, respiré tranquila y supe que había llegado mi gran momento.

Querer es poder…si sabes cómo

Hay momentos en la vida en que uno tiene que dejarse guiar por su brújula interior, a pesar de lo que le digan los demás. Yo lo hice. Creí en mi, empecé de cero, sin ninguna ayuda, sólo con mis altos conocimientos y mi ilusión renovada. Y di un paso tras otro, con foco, claridad y determinación. El  mindfulness me había enseñado tanto… En ese momento lo supe. En medio año ya facturaba y a los 2 años ya ganaba más del doble de lo que había ganado nunca como periodista.

Sé lo que significa trabajar al más alto nivel con la máxima presión. También conozco los demonios ‘no puedo’, ‘es el precio a pagar’ y ‘hay que ser realista’. Sé el miedo que da y cómo cuesta cambiar. Pero yo lo hice. ¿Por qué no vas a poder tu? Sólo se trata de querer, aprender y actuar. No tienes que hacer cambios drásticos, no soy maestra de reinvenciones, ni defensora de saltos al vacío. Pero sé que se puede vivir y trabajar con más calma, más sentido, más consciencia, más foco, mayor realización, dando el mismo valor al corazón que a la mente… y aún así, siendo 100% productiva y eficaz. 

Soy Aura Costa, mindfulness trainer, periodista y speaker. He formado a centenares de personas y diseñado e implementado programas de mindfulness y comunicación consciente en grandes hospitales, empresas, colegios e instituciones públicas y privadas. Si quieres vivir sin estrés, con mayor propósito, coherencia y conciencia, yo puedo enseñarte cómo. ¿Empezamos?